miércoles, 28 de marzo de 2012

Los monólogos de Buenafuente, éxito asegurado



¿Os habéis preguntado alguna vez por qué triunfan los monólogos de Buenafuente? Porque a lo largo de sus casi 1.000 monólogos ha creado una marca de identidad única. Resulta que el cómico, ayudado por un grupo de guionistas, comienza siempre por una noticia de actualidad. Ello convierte al texto en preferentemente expositivo-argumentativo. A diferencia de otros monólogos, como los de El Club de la Comedia, no suelen ser textos narrativos. Este hecho condiciona la aparición de los jablines, de los ganchos o bromas insertados a lo largo del texto y, por supuesto, la broma final, o punchline. Ni qué decir tiene que la construcción del texto por sí sola no serviría de nada si no se contara con el genio y figura de Andreu Buenafuente. ¡Es único! Toma el guion y lo hace suyo: improvisa, espera las reacciones del público, les responde en ocasiones. De este modo, los llamados rasgos primarios se observan como dinámicos: el texto es planificado, pero se adapta a la situación; el monólogo en el plató se hace inmediato y cara a cara, lo que ocasiona que se empleen elementos kinésicos de forma abundante; ello repercute en diversos cambios en cuanto al dinamismo conversacional – el público también tiene un papel conversacional: responde con risas y aplausos, básicamente-; y también en cuanto a la retroalimentación, ya que Buenafuente responde en ocasiones a su público. Por lo tanto, el cómico monologuea y juguetea “con un texto que cada día un equipo de esforzados y lúcidos guionistas le preparan y le construyen a medida. Se regodea y se revuelca con él, pone de su cosecha, lo sublima en palabras y lo transforma en risas. Lo convierte en algo único” (Romero, Berto. 2010. “Sí que pasa algo: ¡Es un programa de televisión!” en Buenafuente, Andreu. Sigo diciendo (Los monólogos de La Sexta). Barcelona: Planeta: 11-12).