lunes, 13 de enero de 2014

El ministro Wert, un portento de educación

Así se calificó así mismo ayer, 12 de enero de 2014, en la entrevista que le hizo en el programa El objetivo Ana Pastor. La periodista intentó que aclarara la frase que pronunció en Antena 3 el 22 de octubre pasado, al ser preguntado sobre su actitud en el parlamento. En aquella ocasión respondió: "Yo en el parlamento soy un portento de humildad, de educación". Tras la polémica que suscitaron estas palabras, unidas a la controversia de la LOMCE y su reciente aprobación, Ana Pastor pidió al ministro que explicara el sentido de su enunciado. José Ignacio Wert aludió al sentido irónico de sus palabras. 
Si hemos de hacer caso a esta última aclaración, el ministro estaba siendo irónico cuando se refería a su actitud en el congreso de los diputados. Por ello, usa como marca la entonación y como indicador el sustantivo portento. Según las inferencias que se derivan de esta ironía, entendida como prototípica, ha de interpretarse que el ministro no es un portento de educación ni de humildad, es decir, que no es educado ni humilde. Ahora bien, convendría considerar otras interpretaciones ya que, dado el contexto en el que se produjeron las declaraciones y la muy discutida ley Wert, el ministro posiblemente quiso llevar a cabo una ironía mucho más elaborada, donde funcionaban como ecos sus altos resultados académicos a lo largo de su formación y su cuestionada humildad a la hora de valorar los argumentos esgrimidos en contra de la ley desde la mayor parte de las esferas sociales. Si la ironía, como dicen los clásicos, reside en el destinatario y solo puede ser entendida por las personas cultas, Wert sigue poniendo el blanco de la burla en todos aquellos que lo critican y sigue defendiendo su discurso a favor de la ley. Convertida así en una ironía no prototípica, se ha de interpretar como sarcasmo hacia la sociedad que se muestra en contra de una ley que no quiere.
Cabe señalar que de antemano el discurso de Wert está completamente estructurado. Así lo demostró en la entrevista de ayer, donde fue capaz de argumentar que no se había despedido profesores, cuando los datos hablan de 16.000 docentes menos en los centros, de defender que las becas universitarias ayudarán a los estudiantes sin recursos y de hacer suya la petición popular, respaldada por más de 300.000 firmas e impulsada por Elena Alfaro desde Change.org, de contar con un sistema de préstamo gratuito de libros en los centros.
La ironía fina de José Ignacio Wert nos ha deparado muchas inferencias puramente contextuales donde cabe manejar los indicadores y marcas que emplea, pero también los ecos, los entornos donde se producen los enunciados y aquellos hacia los que va dirigido el sarcasmo.